Podemos
pensar en la Cirugía sin anestésicos y antisépticos, en los aviones sin
aleaciones ligeras ni gasolinas especiales, en los vestidos sin colorantes, en
los puentes sin hierro y cemento, y en los túneles sin explosivos... El avance
prodigioso de nuestra civilización en los últimos doscientos años, muchísimo
mayor que en los, cuatro mil años anteriores, es el resultado del desarrollo y
aplicación de la ciencia química, por la que el hombre ha adquirido un control
sobre el medio exterior y aumentado su independencia respecto de él.
Pero todos
estos progresos químicos, con ser enormes, son únicamente un comienzo, pues los
más intrigantes y prometedores secretos de la Naturaleza permanecen aún
impenetrables. El químico ha llegado a resolver el misterio del átomo y dispone
hoy de métodos para liberar las enormes reservas de energía dentro de él, pero
nada sabemos acerca de las fuerzas químicas que distinguen la materia viva de
la no-viviente.
Contrariamente
a lo que podría suponerse, no ha llegado la Ciencia química a su
culminación. A cada nuevo avance suceden
nuevas preguntas cuya respuesta exige, más que la intuición de grandes genios,
el trabajo en colaboración de sus cultivadores, tal como se ha puesto de
manifiesto en los últimos años y descubrimientos sobre la estructura intima de
la materia.
Cualquier aspecto de nuestro bienestar material depende de la Química en cuanto esta ciencia proporciona los medios adecuados que lo hacen posible y así, por ejemplo, en lo que se refiere a nuestros medios de locomoción, la Química suministra aceros especiales y aleaciones ligeras,
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